Gallagher, Shaun.
2017. Enactivist Interventions:
Rethinking the Mind Oxford University Press
Uno de los mayores atractivos de este libro es que por fin se
abre una posibilidad de considerar lo cultural en el estudio de la cognición. Para Gallagher, la cognición es “a
kind of dynamic adjustment process in which the brain, as part of and
along with the larger organism, settles into the right kind of attunement
with the environment – an environment that is physical but also social and
cultural” (p. 160).
Siguiendo la ruta trazada por Varela, incorpora la
fenomenología al instrumental teórico. Pero su movimiento más audaz es sin duda
introducir la perspectiva de la filosofía pragmatista estadounidense dentro de
las tramas teóricas de la cognición corporeizada .
Considera la ideas de la percepción de Dewey como
antecedentes de las teorías de las contingencias sensoriomotoras de Noë y
O’Regan y emparenta su noción de "situación" con los principios del
enactivismo. Del mismo modo, observa semejanzas entre el concepto de espacio
perceptual como "area de manipulación" de Mead y la noción de affordances de Gibson (lo cual no tiene
mucho mérito pues las affordances se han
asociado prácticamente con cualquier cosa). Pero más sorprendente aún es que señala
cierta sintonía de algunos principios de Peirce con el enactivismo y las
teorías de la mente extendida. Pero al padre de la semiótica americana no lo
explora en exceso.
Como otros autores del enactivismo
radical, Gallagher destierra todo rastro de representación mental. Y lo hace con mucha meticulosidad. Pasa
lista a teorías recientes que reorientan, matizan y reconceptualizan lo que
podemos entender por representación mental en cognición. Entre estas teorías
revisadas destacan: Las representaciones orientadas a la acción,
Representaciones preintencionales, Representaciones formateadas,
Representaciones mínimas, etc. A todas les niega cualquier derecho epistémico y
las declara proscritas.
Pero sin símbolo no hay cultura. A esto hay que añadir la
tradicional fobia a los modelos
inferenciales de la mente de este campo de reflexión. Y sin cultura, y sin
inferencias lógicas, base de la filosofía analítica sobre la que descansa la
tradición de la filosofía de la mente, cualquier intento de aprehender la
coemergencia de sujeto, entorno y cuerpo, se queda en un ejercicio limitado incapaz
de competir con el glamour de los estudios empíricos o con el presupuesto de
las neurociencias.
Estamos todavía lejos, pero nos vamos aproximando: cuando la
filosofía de la cognición corporizada reintroduzca una noción, cualquiera, que
admita las construcciones simbólico/culturales responsables de la angustia ante
el deseo, o la muerte, o la emoción que nos produce la música que amamos, entonces,
estaremos rompiendo por fin este laberinto.
Seguimos esperando….