31 de julio de 2018

Cuando aprendimos a escuchar discos


Uno de los episodios más fascinantes de los inicios de la fonografía fueron los tone test o recitales de recreación que organizó la compañía fonográfica Edison hacia 1914 y, en menor medida, otras empresas (Ver la sección "4.3. Paradigmas fonográficos en la música clásica: fotografía sonora, «la mejor butaca posible» y práctica artística por sí misma" de Música dispersa).

Se trataba de actividades promocionales de los nuevos dispositivos fonográficos que cumplieron una función principal en un cambio cultural radical que a nosotros nos puede parecer increíble, pero que en su época fue sumamente drástico: ¡Tuvimos que aprender a escuchar discos!.

La falta de referente visual causó perplejidad y confusión entre los primeros oyentes fonográficos. También hubo que crear esquemas cognitivos que ayudaran al oído a jerarquizar la información. Por ejemplo, a ignorar el scratch, los cambios de velocidad u otras incidencias técnicas y priorizar las líneas melódicas y progresiones armónicas y reconstruir la identidad tímbrica de los instrumentos musicales distorsionados por la grabación. Gracias al trabajo de esa generación, ahora podemos escuchar, por ejemplo, archivos comprimidos como el mp3.

Para entender este cambio drástico, imaginemos que vivimos junto al mar y que jamás hemos visto una representación visual del mismo. De repente, alguien de extremo oriente llega con una reproducción de La Gran Ola de Kanagawa (1830 - 1833) de Katsushika Hokusai, y nos dice que el mar con el que hemos crecido es así:



Nos tomaría algún tiempo aceptar que esa imagen representa el mar. En ese tiempo tejeríamos una relación semiótica entre representación y objeto representado en lo que Umberto Eco llamaría el componente cultural (arbitrario y contextual) de la representación icónica.

En los tone test se hacían demostraciones del funcionamiento de los aparatos reproductores; los artistas de la compañía realizaban actuaciones en directo y reproducciones de sus propias grabaciones. En algunas ocasiones hacían dúos con el reproductor fonográfico y en otras emplazaban a la audiencia a adivinar si lo que estaban escuchando era la grabación o la interpretación en directo, como lo muestra la imagen siguiente:



Por supuesto, en los reportes de estas actividades que aparecían en revistas de difusión de esta novedad tecnológica, se hacía constar que los oyentes no eran capaces de distinguir entre el o la músico real y la grabación.


La mezzo-soprano Patricia Hammond participó en una reconstrucción de algunas de estas sesiones: 


Aquí un cartel promocional de estas actividades:



Algunos ejercicios de escucha podrían ser muy particulares: 



Algunos de los artistas que participaron en los tone test fueron Walter Van Brunt (alias Walter Scanlan) y Glen Ellison:







Otros de los artistas de la casa Edison que participarían de estas campañas serían Helen Clark y Vernon Dalhart.





El principio de los tone test seguiría empleándose como argumentación publicitaria por muchos años:



Referencias
Cook, Nicholas. 2013. Beyond the Score: Music as Performance. Edición Kindle. Nueva York: Oxford University Press.

Hui, Alexandra. 2012. «Sound Objects and Sound Products: Standardizing a New Culture of Listening in the First Half of the Twentieth Century». Culture Unbound: Journal of Current Cultural Research 4 (4): 599–616.

Katz, Mark. 2004. Capturing Sound: How Technology Has Changed Music. Berkeley: University of California Press.

López-Cano, Rubén. 2018. Música dispersa. Apropiación, influencias, robos y remix en la era de la escucha digital. Barcelona: Musikeon. pp. 169-171.


Thompson, Emily. 1995. «Machines, Music, and the Quest for Fidelity: Marketing the Edison Phonograph in America, 1877-1925». The Musical Quarterly 79 (1): 131-71.



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