El encuentro de dos supersticiones: "Indios y españoles frente a
prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México" (2009)
de Guilhem Olivier
Según uno los mitos más arraigados de la conquista de México, los mesoamericanos estaban en desventaja debido a sus supersticiones, creencias atrasadas y una concepción mágica del mundo. El suyo, pensamos, era un universo plagado de misterios y dioses caprichosos (que según los europeos encubrían al mismísimo Satanás). En cambio, creemos que los europeos llegaron con una religión que, pese a su arraigo institucional y enorme poder político, no les impedía una mejor gestión de los aspectos materiales del mundo.
Pertenece a esta mitología el cuento de que los mesoamericanos creyeron que los invasores eran dioses celosos que venían a castigar sus infidelidades y que Cortés era, ni más ni menos, el mismísimo Quetzalcóatl que regresaba por sus fueros. Sobre este punto hay aún discusiones pero en general se admite que o bien se trató de una confusión efímera desechada al primer combate sangriento o bien el campo semántico de las palabras vinculadas con la noción de Dios que usaban de vez en vez para designar a los venidos de ultramar (como “teutl” y sus derivados) es demasiado amplia e incluía los “desastres naturales” y otro tipo de desgracias.
Por otro lado, se dice que su incomprensión del mundo era tan vasta que no eran capaces siquiera de distinguir si caballos y jinetes eran dos entidades diferenciadas o un sólo animal. “Pues yo a veces sigo sin entenderlo, ¿me lo explicas Venancio?”: le decía mi malvado abuelo al tendero gallego del barrio cuando, después de algunos tequilas, a éste le inundaba una morriña monumental y recordando sus montes y rías, entre sollozo y sollozo, sus palabras se derretían como en un cuadro de Dalí hasta musitar cosas ininteligibles que él aseguraba era su idioma galego, pero nadie le creía. La tía Enriqueta lo consolaba a besos pues a ella tampoco se le entendía nada con unos tequilas encima.
Luego está el tema de los famosos presagios que avisaron a Moctezuma y los suyos de la llegada de extraños y la inminente caída de su imperio. Aquí hay discusiones fuertes entre los historiadores que aseguran que esas son invenciones posteriores a la conversión religiosa de los mesoamericanos (Restall entre ellos) y los que afirman que muchos de esos anuncios premonitorios aparecen ya en fuentes prehispánicas (Pastrana y Olivier entre otros).
En relación a las creencias y supercherías, fuentes no autorizadas afirman que un consejero de un tlatoani mexica reflexionó ante el monarca:
-Oye wey…
-Pero que falta de respeto…
-Digo, huey tlatoani…
-Ahhh bueno…
-Mire, llevamos tres años sacrificando niños, guerreros apresados, mujeres, siameses y vendedores de tamales y la cosa no funciona… no llueve… ¿no le parece que sería bueno dejarlo por un rato?… Digo, tengo la impresión que esto de los sacrificios no está funcionando… sacrificamos gente para todo, hasta para combatir la caída del cabello. Nos estamos cargando demasiado personal y ni siquiera Tláloc parece hacernos caso…
Entonces el emperador con una voz de ultratumba, como si se hubiera fumado tres ducados al hilo, le espetó: “¿Y tú te crees que esto de los sacrificios es sólo para que llueva, tener suerte, o ganar siempre en el juego de pelota? Mira, infundir un miedo terrible de terminar descuartizado en la piedra a lo alto de esa pirámide o de despeñarse por sus escaleras es fundamental para controlar a toda la gente… y hablo tanto de nuestros enemigos como de nuestros súbditos… Es mejor ser un rey temido que amado (cuando se invente la teoría política un italiano te lo va a explicar mejor)… así que déjate de consejos y… por cierto… deposita tu penacho por allá y ve calentando que sales… te toca… ¡a la pirámide!!”
Los cronistas de finales del siglo XVI, como Fray Diego Durán, dibujan a unos nativos ingenuos cuando nos dice que, según sus informantes, los antiguos mexicas se creyeron que los barcos europeos eran cerros o casas flotantes. Historiadores recientes creen que el problema es que Durán no dominaba el náhuatl con la solvencia que requería su trabajo: según las particularidades semánticas de ese idioma, las palabras que usaban los mexicas para referirse a cualquier tipo de embarcación, incluyendo sus pequeños cayucos y canoas, se traducirían de manera literal (e incorrecta) como cerro-agua o casa-agua.
Si bien el tema de la superstición fue usado también como argumento para legitimar la conquista y explicar el triunfo de los europeos; aquél choque de culturas y crueldades lo fue también de dos colecciones de supercherías fabulosas. En efecto, los europeos además de la pesada doxa católica también traían consigo pintorescas manifestaciones de superstición y magia pagana. Guilhem Olivier, profe e investigador de la UNAM, lo explica muy bien en su "Indios y españoles frente a prácticas adivinatorias y presagios durante la conquista de México".
Entre otras cosas, aquí nos habla del fascinante Blas Botello Puerto de Plata a veces apodado el nigromante. Era originario de Cantabria y al parecer de buena familia pues traía caballo propio y dominaba el italiano después de algunos años viviendo en Roma. Parece ser que ahí aprendió algo de artes adivinatorias. Acompañaba la expedición con su equipo para auscultar el futuro el cual incluía cartas, mapas astrales, ungüentos y algunos amuletos de formas fálicas (sus métodos eran variados). Se dice que cuando Cortés regresaba de las batallas contra Narváez por la costa del golfo, Botello advirtió al capitán que se estaba montando una gorda en Tenochtitlán a cuenta del sangriento Pedro de Alvarado.
El designio se confirmó cuando un par de días después llegaron emisarios tlaxcaltecas con la noticia que una matanza promovida por el nervioso “pelos del sol” había levantado en armas a los mexicas. Entonces el extremeño decidió apresurar el regreso. Durante el camino a la capital del imperio el caballo de Francisco Solís enloqueció y haciendo cabriolas inesperadas tiró a su dueño fatalmente. Botello incluyó el acontecimiento en sus ecuaciones adivinatorias y se apresuró a advertir: “nada bueno nos espera por allá… nos va a llevar la tía de las muchachas”.
La sublevación de los mexicas se intensificó después del regreso de Cortés a Tenochtitlán. Se dice que Botello persuadió al capitán de abandonar Tenochtitlán la noche del 30 de junio de 1520 a escondidas pues en sus cartas astrales la cosa se ponía muy fea. Pues al parecer Cortés le hizo caso pero la intentona de huída a escondidas no evitó el fatal vaticinio. Fueron descubiertos por los encolerizados mexicas y al cerrarles el paso ocurrió la batalla colosal que casi ultima la expedición ibérica y que es conocida como “La noche triste” (recientemente rebautizada como la “noche victoriosa”… cosas de la política…). Por si algún indicio de la eficacia de Botello faltaba, la predicción de su propia muerte despejaría cualquier duda. La premonición fue encontrada anotada entre sus papeles desperdigados después que él con su caballo cayeran fulminados precisamente durante esa infinita y sangrienta velada.
Olivier nos cuenta también como el mismísimo Pedro de Alvarado pasó un miedo de antología una noche durante la campaña de Honduras. Ánimas y fantasmas se le aparecieron entre las habitaciones que lo aposentaban. Se cree que fueron los propios pobladores locales que le tendieron una escenificación muy verosímil. Después de todo, en muchas ocasiones, por los caminos recorridos por los soldados aliados contra el mexica, salían al ataque guerreros disfrazados de las deidades más terroríficas del panteón mesoamericano que solían despertar los más profundos temores entre ellos, pero no necesariamente en los europeos a quienes la iconografía religiosa local les quedaba un poco lejos. Pero esa noche, en verdad, sus pelos rubios se le pusieron de punta como un radiante sol de mayo.
En definitiva, aquello también fue el encuentro de dos supersticiones.
Escucha estos contenidos en la conferencia de Guilhem Olivier:
El mundo maravilloso y mágico de los conquistadores
Mas info en:
Grunberg, Bernard (2019). “Signos y profecías en el mundo de los conquistadores”. en Patricia Ledesma Bouchan y Guilhem Olivier (coords.), Los presagios de la conquista de México. Tetzáhuitl, México, Raíces. Versión disponible en Arqueología Mexicana, edición especial 89, pp. 72-80.
Pastrana Flores, Miguel. 2021. «Presagios, augurios y portentos de las conquistas de Mesoamérica: Una perspectiva comparada». Korpus 21, pp. 15-40. https://doi.org/10.22136/korpus2120213.
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