Entre el 27 y el 29 de octubre de 2011 tuvo
lugar en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, el primer congreso Nuevos paradigmas en las Artes, la Ciencia y
el Conocimiento, NuPACC 2011. El evento diseñado,
impulsado y organizado por un equipo encabezado por Sergio Poblete (UNC) y
Nancy Sánchez (IUNA), puso en discusión los modos habituales que tenemos de
trabajar en los espacios de producción y reproducción de conocimiento y
acarició nuevos modos reales o soñados de generar saberes desde un nuevo lugar,
desde unos nuevos principios más adecuados a los que requiere nuestra sociedad
contemporánea.
El apretadísimo e interesante programa incluyó conferencias
plenarias, mesas redondas, amplios y poco comunes espacios destinados
exclusivamente al debate, presentación y discusión de comunicaciones o
ponencias, conciertos, performances y otras muestras artísticas y talleres
prácticos entre los cuales destacaron los dirigidos a desarrollar la
exploración cognoscitiva del mundo con medios estrictamente corporales. Así
mismo, se habilitaron plataformas telemáticas por medio de las cuales fue
posible participar en el evento antes, durante y posteriormente a su
realización.
Entre los conferencistas plenarios
coincidimos Ana María Llamazares (CONICET), Claudio Ongaro Haelterman (Universidad de Florencia), José Luis Castiñeira (Secretario de
Cultura de Argentina), Ricardo Dal
Farra (Universidad Concordia, Montreal, Canadá ) y quien esto escribe.
Ongaro
Haelterman desarrolló una de las más incisivas y lúcidas reflexiones sobre el
arte contemporáneo, la epistemología y la gestión de saberes desde América Latina
que he escuchado en mucho tiempo. Realizó finas distinciones entre conocimiento
y saber y con frecuencia hizo referencia a la necesidad de construir un conocimiento
localizado en las particularidades culturales de quien lo produce.
Ana María Llamazares reflexionó sobre modelos holísticos de producción y gestión de saberes y conocimiento. Sus apreciaciones, de sumo interés, en ocasiones tendieron al normativismo (“esto es lo que debemos hacer”) si bien no se olvidó de poner ejemplos prácticos.
En mi intervención intenté
transmitir algunas “astucias” para convivir con las normas institucionales y
expandir los pequeños resquicios que éstas nos llegan a ofrecer por voluntad o
descuido, para dotar de nuevos contenidos tres tipos de investigación en áreas
artísticas: la investigación sobre la
práctica artística; la investigación para
la práctica artística y la investigación a
través de la práctica artística o investigación artística. Expuse
algunos ejemplos y posibilidades abiertas recientemente en universidades y
conservatorios de Europa y Latinoamérica.
Observación: ¿hasta dónde podemos imaginar
nuevas formas de conocimiento cuando el lenguaje y modos de pensar que usamos
en esa exploración fueron diseñados por y para los paradigmas que queremos
trascender?
Faltó tiempo para discutir a fondo conceptos
y tesis muy presentes en las exposiciones y debates. Entre éstas señalo sólo
tres: a) la necesidad de producir un conocimiento acorde con la “identidad
latinoamericana” la cual “no pertenece”
a lo que comúnmente llamamos “cultura occidental”. b) La incorporación
de los modos cognoscitivos de los “pueblos originarios” de América. c) El
reconocimiento y homologación institucional en tesis o proyectos universitarios
de la producción artística como investigación científica. ¿Es posible definir operativamente
la identidad latinoamericana o esta es un complejo escurridizo en ocasiones
contradictorio que nos hace entrar y salir, a risotadas o a golpes, de eso que
llamamos cultura occidental? ¿Estamos consientes de la distancia epistémica que
nos separa de la cosmovisión de los pueblos antiguos; de que las comunidades indígenas
actuales son también producto de mestizaje y sincretismo y que el mundo
prehispánico era complejo, heterogéneo y también multicultural? ¿El arte no ha
producido también modos institucionalizados de creación que deberían revisarse
a la luz de los nuevos paradigmas y la homologación automática de la creación
artística como investigación académica en algunas universidades norteamericanas
de verdad está transformando los viejos paradigmas o se trata de una inocua
condescendencia?
No todas las comunicaciones o ponencias expuestas constituían
realmente búsquedas de nuevos paradigmas ni experiencias inter o transdiciplinarias.
En más de una ocasión se repitió el ritual solipsista de monólogos
entrecruzados que sustituyeron verdaderos diálogos. La experiencia, sin
embargo, pretendió que las propuestas más tradicionales se aproximaran a diversos
nuevos modos de hacer investigación y promover así el intercambio. Cómo era de
esperar, de estos encontronazos salieron chispas, temor por perder el cobijo
institucional, pero también instancias de diálogo firmes y prometedoras.
La actividad que más removió mis modus cognoscitivos habituales fue el
taller “Escultura Corporal de América” impartido por Susana Ferreres (UNTref). Después
de un trabajo corporal preparatorio con la asistencia de materiales
tradicionales, se nos proyectaron imágenes de diversas figuras humanas
realizadas por culturas mesoamericanas prehispánicas como las que se muestran a
continuación.
El Luchador, precásico, Olmeca |
Cocijo, dios del relámpago. 450 aC-650 aC. Zapoteca |
Huhehueteoil Dios viejo del Fuego. 600-800 AC, Veracruz. |
Chac Mool, Posclásico, Maya |
Xochipilli, diosa
del amor, los juegos,
la belleza, la danza, las flores, el maíz, el placer, las artes y las canciones. Posclásico. Azteca. |
Guerrero |
Jugador de pelota. Clásico. Maya |
Todas las figuras presentadas me eran familiares. Forman parte de mi conocimiento del mundo desde que era niño. Las he visto innumerables veces en museos y las he estudiado en libros y catálogos. Di cuenta de ellas en muchos trabajos y exámenes escolares. Conozco su origen, datación y algo de su estilo. Las he incorporado a mi horizonte vital y hasta me siento orgulloso de ellas. Pero nunca las había comprendido corporalmente. Las figuras suelen representar dioses estrechamente vinculados a entidades naturales como la tierra, el viento, el fuego, el agua, etc. También representan gobernantes, guerreros, mujeres pariendo, sabios y otros roles sociales. La propuesta del taller consistió en imitar las posturas de las figuras. Este simple ejercicio me dio acceso a una serie de significados vividos de lo heroico, lo magnánimo, la ira, la esperanza, la tierra, el fuego, etc.; desde una estética que en sí misma resume una cosmovisión, un modo de entenderlo todo, de darle sentido al mundo y a mí dentro de él.
El ejercicio demolió mi conocimiento anterior y me permitió crear un nuevo universo de sentido, una nueva hermenéusis vivencial y una percepción de mí mismo dentro/con/a través de/ esas figuras. Se trata de otro saber que se integra a mi conciencia e inconsciencia para responder a necesidades otras, pero no menos urgentes y vitales. Tengo la impresión de que esto es un buen ejemplo de lo que es una vivencia de nuevos paradigmas. Hacen falta, mucha falta.
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