CosmoCaixa Barcelona
Conferencias
La música y su impacto en el cuerpo y la mente
Ciclo de conferencias
Del 31 de enero al 4 de junio de 2013
Martes 4 de junio | 19.00 h
¿A dónde se dirige la investigación en música?
¿A dónde se dirige la investigación en música?
MESA REDONDA
Antoni Rodríguez-Fornells (IDIBELL, investigador)
Jordi Morató (IDIBELL, periodista)
Rubèn López Cano (ESMUC, etnomusicólogo)
Mara Dierssen (CRG, investigadora)
Coordinación: Antoni Rodriguez-Fornells ICREA-Universidad de Barcelona-IDIBELL
Antoni Rodríguez-Fornells (IDIBELL, investigador)
Jordi Morató (IDIBELL, periodista)
Rubèn López Cano (ESMUC, etnomusicólogo)
Mara Dierssen (CRG, investigadora)
Coordinación: Antoni Rodriguez-Fornells ICREA-Universidad de Barcelona-IDIBELL
Algunas
cosas que observé en esta mesa redonda en la que participé ayer:
En
general la gente tiene aun una idea muy simplificadora e ingenua de
las relaciones entre música y cerebro: Se cree que la alturas en sí
mismas, los ritmos en sí mismos, o los estilos en sí mismos afectan
al cerebro de manera específica como si fuera un estímulo sin
mediación cultural. Es mucho más relevante la relación que
establece un individuo con la música que le gusta que la música
como objeto independiente.
¿La
música en directo es mejor que la grabada? Ni mejor ni peor. Nos
permite hacer cosas distintas y son las cosas que hacemos con ella
las importantes. Sin negar que el sonido es un estimulador físico de
la percepción, la actividad neuronal registrada en tareas musicales
es también reflejo de lo que hacemos culturalmente con ella y no
necesariamente un mero estímulo con respuesta fisiológica.
¿Escuchar
música clásica te hace más inteligente? Fue muy reconfortante
observar que mis compañeros en la mesa, neurólogos, discutieron
los términos que solemos asociar a la inteligencia y se preguntaron
si podemos seguir pensando que ser bueno en matemáticas y muy malo
para las relaciones sociales es en verdad ser más inteligente.
En
este sentido todos estuvimos de acuerdo en que la música es un
fenómeno social y que hay que entenderla como tal.
Se
comentó que los resultados de ciertas investigaciones neuromusicales están
tardando mucho en aplicarse a la terapia o la o pedagogía y que
tampoco está teniendo mucho impacto en la vida cotidiana: vivimos
en una sociedad que le resulta más fácil entender que beber una
copa de vino al día es bueno para el corazón. Pero no se toma en
serio, al parecer, que cantar y bailar con regularidad mejora las
condiciones de salud y prolonga la vida (según algunos datos) o que
cantar al hijo nonato construye entornos de afecto, paz y
neurohormonales que colaboran en su bienestar y el de su familia, que
estudiar la música en escuela básica no debería reducirse a tocar cuatro
notas en la flauta dulce sino comprender también todo lo que hace
por nosotros y todo lo que le debemos como especie.
Pacientes
de parkinson y con afecciones neuromotoras mejoran mucho con terapias
en las que existe un seguimiento de tareas con ritmo musical. Pese a
ello no se generalizan estas prácticas terapéuticas. Un problema es
que aun no se explican bien las causas y no siempre se obtienen los
mismos resultados. Pero el tratarse de terapias sin efectos
secundarios ¿por que no simplemente se instauran?
Coincidimos
en que la música es un fenómeno muy complejo que hay que estudiar
como un cuadro cubista: desde diversas perspectivas simultáneamente.
Lamento si mi alegato crítico sobre la políticas de investigación
y evaluación y las dinámicas de producción de conocimiento y
priorización de prácticas empíricas-cientificas sobre las
humanidaes, fue demasiado enfático... no lo pudo evitar cuando hablo
del divorcio entre ciencia y humanidades del programa original de las
ciencias cognitivas...
Quedó
demostrado:
Podemos
dialogar científicos y humanistas, podemos aprender mucho los unos de los
otros si respetamos discursos y aproximaciones. ¿Podríamos aspirar a
tener un espacio de investgiación científica multidisciplinar de la
música en Barcelona? Necesitamos
espacios de formación tanto para científicos como para músicos y
musicólogos. Espacios de intercambio. De colaboración.
Dinero
no hay, pero recursos humanos sí hay, varios y de calidad... la verdad falta
un poco de imaginación. Un bien bastante escaso...
Barcelona,
4 de junio de 2013